Pareciera que en estos tiempos, en los que pareciéramos haber alcanzado la cúspide máxima de nuestra civilización, somos cada vez más desdichados y tenemos cada vez más problemas: enfermedades, estrés, delincuencia, corrupción, idiotez que abunda en el pueblo, televisión basura, calentamiento global, ecologistas payasos, y tantas otras maravillas.
Así las cosas, puede parecer propio de un espíritu majadero el quejarse por algo, pero no: ¡QUEJARNOS ES NUESTRO SANTO DEBER!.
No pretendemos alcanzar fama ni fortuna, ni llegar a los grandes círculos de opinión, ni ser el centro de atención los fines de semana en la Kmasú gracias a nuestras agudas críticas y sabrosos comentarios. Nuestra única aspiración es ser -aunque parezca presuntuoso- el reflejo de una generación ahogada en la mediocridad y la intrascendencia.
Hoy comenzamos nosotros; mañana el destino es de todos.
Porque siempre habrá algo de que quejarse, nace SOMOS TONTOS, NO PESADOS
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